La reflexología podal, una antigua disciplina originaria de la medicina china, también considera que el pie es un punto del cuerpo atravesado por muchos meridianos energéticos. O bien, puntos energéticos de donde fluye nuestra sangre vital, que deben ser estimulados para evitar bloqueos y las consiguientes patologías.
Entre los diferentes tipos de reflexología, la podal actúa sobre una parte del cuerpo rica en terminaciones nerviosas, el pie, y una fuente de gran satisfacción para el bienestar del individuo a nivel global.
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¿Cómo se pone en práctica la reflexología podal?
Realizando un curso de reflexología podal reconocido se pueden aprender los fundamentos del arte del masaje y la presión digital, propios de las tradiciones occidentales y orientales. El trabajo con la reflexología podal, sin embargo, implica un estudio en profundidad del masaje energético del pie, que parte de los principios de la similitud del cuerpo con la naturaleza y trabaja sobre las raíces del organismo.
En la reflexología podal el cuerpo humano se corresponde con el de un árbol, los pies – raíces son la base que debe permanecer estable, para poder sostener todos y cada uno de los demás elementos. Cada estímulo que se lleva a cabo en el pie, está destinado a crear una respuesta en un receptor que, por reflejo, llega al órgano o zona muscular y glandular correspondiente. Por ejemplo, la estimulación y manipulación del dedo gordo del pie puede conducir a la mejora de la función de una parte del cuerpo o de un órgano como el cerebro o el hígado.
Todo esto sucede porque cada órgano refleja todo el organismo e incluso los pies, con sus terminaciones nerviosas, son capaces de corresponder a otras áreas conectadas. La reflexología podal se basa en los puntos reflejos del pie, que entran en contacto directo con los órganos internos, los huesos y la columna vertebral.
El objetivo de la reflexología podal
Solo en nuestros pies existen unas 7.200 terminaciones nerviosas, así como varios mecanorreceptores y exteroceptivos, es decir, puntos sensibles a la presión tanto al caminar como al estar de pie. La reflexología podal moderna, cuyos mapas fueron revisados por William H. Fitzgerald a principios de siglo, ha respaldado el estudio del pie como una parte del cuerpo muy sensible y receptiva para el tratamiento de ciertas enfermedades y el mantenimiento del bienestar.
Una terapia de reflexología actúa, por tanto, sobre el mapa energético de los pies, a través de tres etapas que incluyen la búsqueda de puntos dolorosos y su reequilibrio. Como tratamiento final, se trabajan los órganos más desequilibrados identificados durante al menos 40 minutos. Es necesario realizar sesiones de reflexología podal al menos 10 veces, para obtener resultados.
El mapa del pie en la reflexología podal
El cuerpo humano, dividido en 10 zonas verticales y tres horizontales, también está representado en el mapa del pie, donde estas divisiones se aplican para hacerlas coincidir. En el mapa de reflexología podal los puntos de los pies se reflejan sea en un pie que en el otro, con una repetición para determinados órganos (tanto en el pie derecho como en el izquierdo hay puntos relacionados con la cabeza, la tiroides, el estómago, etc.). En el centro de cada pie, por ejemplo, hay receptores para la columna vertebral y el estómago.
Para otros, sin embargo, hay divisiones: al pie izquierdo le corresponde el hígado, el apéndice, la vesícula biliar; y al pie derecho le corresponde el bazo, el corazón, etc. en un juego de correspondencias que se puede intuir fácilmente. De este modo, los riñones, ovarios, testículos, orejas, pulmones, etc., que son dobles, se encontrarán en ambos pies. También existe la reflexología manual, que prepara un mapa similar para actuar en las palmas de las manos.
Para quien está recomendada la reflexología podal
Si quiere tratar ciertas partes del cuerpo sin tener que tocarlas, la reflexología podal permite tratar el dolor “a distancia” trabajando sobre los meridianos energéticos del pie. Solo debe evitarse en los casos en que haya problemas en el pie, como enfermedades de la piel o fracturas, así como en el embarazo y en procesos inflamatorios. Incluso aquellos que utilizan ansiolíticos o psicofármacos podrían no beneficiarse de la acción de la reflexología podal.
Se recomienda, sin embargo, para todos aquellos que sufren de trastornos del sistema digestivo, como estreñimiento, colitis, gastritis, así como para los que sufren de cervicalgia, dolor de cabeza, insomnio, neuralgia y laberintitis. Para terapias relacionadas con la retención de líquidos, la aparición de celulitis y la necesidad de perder peso, la reflexología puede servir de apoyo.
Parte del trabajo de la reflexología podal se encarga también de tratar la ansiedad y el estrés, incluída la depresión. Esta terapia ayuda al cuerpo a recuperar la función orgánica, promoviendo un proceso de autocuración.
Reflejos y síntomas en la práctica de la reflexología
El trabajo de un masajista experto en reflexología podal, comienza con el estudio de cursos de masaje canónico para luego adentrarse en esta disciplina que se basa en escuchar los síntomas y tratarlos mediante la presión ejercida en los meridianos energéticos. Pero no todo es tan automático: la escucha de los síntomas, como hemos dicho, debe llevarse a cabo cuidadosamente por el masajista, ya que cada síntoma es el reflejo de un equilibrio “perdido”, y debe ser restaurado mediante una acción adecuada.
La técnica energética de la reflexología podal permite tratar los órganos internos que no se encuentran en equilibrio, pero también detectar los que no están bien identificados. Si un punto es doloroso el masaje puede actuar para ayudar al órgano correspondiente tras un diagnóstico. La reflexología no sólo sirve como un diagnóstico para identificar las áreas que necesitan intervención, sino también como un tratamiento.
El masaje, que no es demasiado intenso en cuanto a la presión, debe empezar trabajando los órganos principales, es decir, el hígado y el bazo (pie derecho y pie izquierdo), y después ampliar el tratamiento a otras zonas.